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Las comunicaciones en cabo Vírgenes

y punta Dungeness
por Humberto Brumatti 

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HISTORIA

         Situados sobre la boca oriental del estrecho de Magallanes, y separados entre sí por escasos 9 kms., cabo Vírgenes y punta Dungeness fueron mudos testigos de la dura pero romántica época de la navegación a vela, cuando las lejanas y temidas aguas australes americanas, eran paso obligado de los barcos que unían los puertos del Atlántico con los ubicados sobre el Pacífico, atrayendo también a exploradores, colonizadores y aventureros.

         Los primeros pobladores llegaron hace alrededor de 13.000 años, y  fueron los antepasados de los indios tehuelches, habitantes del lugar cuando arribaron los blancos. Salvo algunos frustrados intentos españoles de poblar la Patagonia en la época colonial, el inmenso territorio permaneció bajo dominio de los aborígenes hasta el siglo XIX.           Hernando de Magallanes, navegante portugués al servicio de España,  tratando de encontrar un paso al océano Pacífico, el 21 de octubre de 1520 realiza el descubrimiento europeo del cabo que denomina "de las Once Mil Vírgenes", y el 1º de noviembre finaliza el reconocimiento del estrecho que llama "de Todos los Santos" (más tarde rebautizado con su nombre), tomando ambos topónimos del santoral del día.

         Otras expediciones siguieron la estela de las naves de Magallanes, y durante siglos, las costas son espaciadamente visitadas por navegantes que cruzan el estrecho o recorren la región, como tambien, reciben a las víctimas de los naufragios ocurridos en aquellas tormentosas aguas.

        Con el doble fin de fortificar y colonizar las costas del estrecho de Magallanes para impedir el paso de los enemigos de España, el almirante y explorador español Pedro Sarmiento de Gamboa propone al rey Felipe II  fundar dos poblaciones, lo cual es aprobado por el soberano, quién dispone todo lo necesario para llevar a cabo el proyecto. El 25 de setiembre de 1581 parte de Sevilla una gran flota de 23 navíos conducida por Diego Flores Valdés, que transporta unas 3.000 personas; donde están incluídos los militares de la futura guarnición de los fuertes y 350 pobladores dirigidos por Sarmiento de Gamboa, a quién el rey había nombrado "Gobernador del estrecho de la Madre de Dios, Capitán General del mismo y Gobernador de lo que poblare".

        Diversos y graves problemas ocurridos durante la navegación, disminuyeron barcos, personal y sobre todo provisiones, creando una situación angustiosa al desembarcar en las inmediaciones de cabo Vírgenes y punta Dungeness recién a principios de 1584, acentuada por la desolación y falta de recursos del lugar, donde el 11 de febrero funda  la ciudad  Nombre de Jesús. Aún es motivo de investigación la ubicación exacta que tuvo, pero existe mayor coincidencia por parte de los estudiosos del tema, que habría estado a unos 3000 metros al oeste de cabo Vírgenes.

       Al empeorar las condiciones de vida de los habitantes, Sarmiento de Gamboa  busca un sitio más apropiado para establecerse, y, cree encontrarlo en las cercanías de la actual Punta Arenas, donde funda Rey Don Felipe el 25 de marzo. Complicando los sucesos, una gran tormenta lo sorprende y arrastra con el único barco disponible a gran distancia en el  Atlántico, y los difíciles acontecimientos posteriores que sufre, le impedirán definitivamente regresar para socorrer a su gente. Al volverse insostenible la situación en Nombre de Jesús, se dispuso abandonarlo tan solo 5 meses después de su fundación, trasladándose todos a la nueva población, donde aislados del mundo y faltos de auxilios murieron de frío y hambre.

        El 17 de diciembre de 1766 el marino inglés Samuel Wallis nombra Dungeness a la punta baja situada al sur de cabo Vírgenes, por su similitud con el cabo del mismo nombre existente sobre la costa británica en el paso de Calais.

       En 1843 el gobierno chileno fundó Fuerte Bulnes sobre la ribera norte del estrecho de Magallanes. Destruído por un incendio en 1848, al año siguiente es reubicado a 60 kms. más al norte con el nombre de Punta Arenas, que paulativamente adquiere importancia comercial como puerto de escala en los viajes interocéanicos. Esta fundación, y consecuente expansión de su zona de influencia formará parte de una larga serie de conflictos de límites entre Argentina y Chile, los cuales comenzaron a tener solución con el tratado firmado el 23 de julio de 1881, que estableció a la cordillera de los Andes de norte a sur hasta el paralelo 52º de latitud, como el límite entre ambos paìses. En el norte del estrecho de Magallanes,  se fijó por una línea que, partiendo de punta Dungeness, tocaba los montes Dinero y Aymond hasta llegar a la intersección del meridiano de 70º con el paralelo 52º, de aquí seguía al oeste la línea de este paralelo hasta la divisoria de aguas (divortium aquearum) de los Andes. En consecuencia, el gobierno argentino reconoció la soberanía chilena sobre el estrecho de Magallanes, el chileno los derechos argentinos sobre la Patagonia, quedando cabo Vírgenes bajo soberanía argentina y punta Dungeness en territorio chileno.

      CABO VÍRGENES: 

       A principios de 1885 se difundió rápidamente la noticia del descubrimiento de oro en la zona, provocando la llegada de buscadores y empresarios deseosos de explotar el rico metal, quienes formaron un incipiente y precario poblado.

       Por la importancia asignada en su momento al lugar por estos sucesos, para ejercer la autoridad y control correspondiente, se nombró un Delegado de Minas, creándose también Comisaría de Policía y  Ayudantía Marítima de Prefectura, todos con su correspondiente personal.

      Además, por decreto del 4 de marzo de 1886, el presidente Julio A. Roca nombró Administrador de Correos ad honorem en "Cabo Vírgenes", al Comisario de Policía del lugar, función que desempeñaba Cornelio Villagrán, de nacionalidad uruguaya y  22 años de edad.

       A pesar de la búsqueda efectuada, no logramos encontrar otra referencia sobre esta dependencia postal. De funcionar, su existencia debió ser efímera.

      La trascendencia que tuvo la noticia del descubrimiento de oro, con la posibilidad de realizar excelentes negocios, entre ellos establecer buenas comunicaciones, impulsaron en 1887 a Bonino y Cía. de Buenos Aires, para proponer al Ministro del Interior la construcción de una línea telegráfica de 1.500 kms., prolongándola desde General Conesa (Río Negro) a Río Gallegos, al costo de 200 pesos por kilómetro. Luego de analizarse el ofrecimiento, que indicó la alternativa de hacerlo por administración propia o realizar un llamado a licitación pùblica para obtener la oferta económica más conveniente, el ministro Eduardo Wilde, dispuso se aguardara hasta tanto el Congreso de la Nación votara fondos para la construcción de líneas telégraficas. A esta iniciativa, siguió en 1891 la perteneciente al gobernador Mario Cornero de Tierra del Fuego, para la prolongación desde General Conesa a Ushuaia, y dos años después Julio Popper y Francisco Ayerza, presentaron un elaborado proyecto para una traza similar. En todos los casos, los trámites terminaron archivados por falta de dinero para realizarlos.

       El Gobernador de Santa Cruz, Carlos María Moyano, envió en 1888 al teniente de fragata Teófilo de Loqui a mensurar la zona poblada de cabo Vírgenes y trazar el futuro pueblo, pero la actividad minera había decrecido porque no existía la cantidad de oro que se había pensando, y las ganancias no compensaban los gastos. De Loqui registra en su plano las escasas viviendas existentes,  figurando la Policía como única autoridad gubernamental. Además, con fecha 1º. de agosto de 1888 informa:

       "Las pocas casas de comercio establecidas están liquidando sus existencias, por haber disminuído considerablemente el número de lavaderos; poco interés demostraron estos pobladores en solicitar solares, ya que puede preverse el día que todos se retirarán."

       Sin embargo, por décadas perdurará la presencia de algunos humildes lavadores de oro, quienes solo obtendrán lo necesario para sobrevivir, lejos de las grandes ganancias que fueron soñadas cuando se descubrieron pepitas del metal precioso.

       El gobernador Ramón Lista comunica al Ministro del Interior, que Santa Cruz tiene en 1891 una superficie de 17.000 leguas y 800 habitantes, siendo sus principales centros poblados: Río Gallegos (la capital) con 70 habitantes, mientras Puerto Santa Cruz tenía 35 y Cabo Vírgenes 30. Observamos que no fueron contados los aborígenes.

      El presidente Roca viajó al estrecho de Magallanes a principios de 1899, para encontrarse el 19 de febrero con su colega chileno Federico Errázuriz Echaurren en aguas pròximas a Punta Arenas, para tratar de resolver  las cuestiones de límites pendientes que estaban provocando una crisis en las relaciones binacionales. También visitó algunos puertos del sur argentino, donde supo captar los problemas australes y trató de brindarles rápidas y adecuadas soluciones, entre ellos concretar aceleradamente el viejo proyecto de extender el telégrafo nacional hasta cabo Vírgenes.

       Las obras para construirlo arrancaron desde General Conesa,  y luego de bordear la costa atlántica llegaron a destino, con una extensión de 2.125 kilómetros, constituyendo una verdadera epopeya para la época. Conductor de tamaño esfuerzo fue el inspector técnico José Olivera, quién previó los más mínimos detalles, trasladando desde Buenos Aires por barco:  hombres, víveres, materiales, carros, animales de transporte, forrajes, etc., a lugares donde hasta el agua faltaba.

      Olivera y su personal se alojaban en carpas y debían desarrollar las duras tareas, muchas veces en forma penosa, bajo el inclemente clima patagónico. Fue necesario abrir caminos para tender la línea telegráfica; levantar casillas para que funcionaran las oficinas y se alojaran los empleados; construir pozos de agua, etc.

      En solo tres años,  el tendido de la línea llegó en diciembre de 1902 a Río Gallegos, donde ya existía un hilo telefónico con Punta Arenas, permitiendo iniciar el intercambio de telegramas, que para Chile fue de gran importancia, pués solo utilizando la red argentina, tenía comunicación telegráfica entre Santiago y su ciudad más austral. 

      Al mes siguiente Olivera está en cabo Vírgenes, donde los señores Waldron y Fenton donaron un terreno de 50 por 50 metros, distante 110 metros de la costa, para construir la oficina de Correos y Telégrafos "Cabo de las Vírgenes" (posteriormente "Cabo Vírgenes"), la cual quedó instalada el 15 de enero de 1903, e inaugurada al día siguiente con el intercambio gratuito de telegramas desde cualquier parte del país y la nueva dependencia durante dos días, siendo habilitada oficialmente al servicio público el día 18. Con esa misma fecha, la Dirección General de Correos y Telégrafos se dirigió por nota a la  Unión Postal Universal con sede en Berna, comunicándole haber inaugurado la oficina telegráfica más austral del continente americano y del mundo.  Dependió administrativamente de Buenos Aires hasta setiembre de 1903, cuando pasó a la jurisdicción del recién creado Distrito 24º con cabecera en Río Gallegos.

      Esta consistió en una casilla de madera con cinco piezas, forrada en el exterior con zinc canaleta, pintada de color gris y el techo de color bermellón; el interior realizado con dos forros de tablas machimbradas,a  las cuales se les aplicó dos manos de aceite y una de barníz. Sus dimensiones eran: 10 metros de frente, por 6 y medio de fondo. Separados se agregaron una cocina y un retrete, también de zinc. Todo el terreno fue rodeado por un alambrado de cinco hilos.

      La oficina fue provista de todos los elementos telegráficos, mobiliario, útiles y herramientas necesarios para su funcionamiento, mientras el personal recibió vajilla de cocina y una provisión de víveres secos, suficientes para estar abastecido entre los espaciados viajes de los barcos que lo surtirían en adelante.

      La carne fresca se obtenía de las ovejas de la zona, y el agua de unos chorrillos situados a dos kilómetros de distancia, para cuyo fin se les dejó varios toneles.

      El primer jefe fue Rodolfo de la Cuesta, quién poco después fue trasladado a otra oficina, siendo reemplazado  por Martín Pizarro.

       La culminación de la obra fue valorada por quienes residían hasta entonces aislados en la inmensidad patagónica, lo cual también fue reconocido por los principales diarios de  Buenos Aires, quienes resaltaban las grandes ventajas del denominado "Telégrafo del Atlántico", o con mayor propiedad "Telégrafo poblador", y las facilidades proporcionadas en adelante a los navegantes que cruzaban el estrecho de Magallanes, quienes ya no sufrirían el aislamiento de semanas o meses en sus largos viajes entre Europa y Oceanía, Asia, o los puertos americanos sobre el Pacífico, y podrían en lo sucesivo, despachar y recibir correspondencia y telegramas, acortando tiempo y distancias en sus comunicaciones comerciales y familiares.

       En la memoria final de la obra, el Director General de Correos y Telégrafos Miguel García Fernández informa al Ministro de Obras Públicas Emilio Civit :

       "Con los escasos elementos sobrantes de la construcción , se ha instalado en el Cabo de las Vírgenes un refugio "para naúfragos", destinado, como su nombre lo indica, a las víctimas de los frecuentes naufragios que ocurren en el Estrecho de Magallanes. Al efecto, se ha construído una casa con capacidad para sesenta personas.

       "Por intermedio de la oficina internacional de Berna, se ha hecho conocer a todas las administraciones la existencia de este refugio, pidiéndoles que se hagan gestiones ante las empresas de navegación interesadas, a fin que cooperen a su sostenimiento y ayuden a cubrir los gastos que demandare.

       "Ahora se hace necesario proveer al refugio de ropas, camas, enseres de cocina, provisiones, etc., para atender las necesidades de los marinos que a él ocurran, lo que no podrá hacer esta Dirección General por haberse agotado los fondos votados para la construcción de la línea y no estar previstos estos desembolsos."

       Para conocer la desolación del lugar basta decir que solo existían dos casas más, distantes dos kilómetros, mientras el faro chileno de punta Dungeness se encontraba a cuatro, y las estancias Zanja a Pique y Monte Dinero a quince.

      En el plan de establecer faros para proporcionar seguridad a la navegación marítima, a unos 5 kilómetros del Correo, la Marina de Guerra inauguró el 15 de abril de 1904 el faro Cabo Vírgenes, consistente en una torre metálica construída sobre la barranca del citado cabo (situación geográfica 52o. 21' latitud S, y 68o. 21' longitud O), con una altura de 26,30 metros, y la misma a nivel del mar de 69,50 metros. En las pruebas se comprobó que la luz llegaba a más de 50 kms. Las obras dirigidas por el ingeniero Ismael Marty y el teniente de navío Virgilio Moreno Vera, incluyeron una vivienda de material para los torreros. En 1947 recibió mejoras en su estructura y comodidades, permitiendo que aún continúe prestando eficientes servicios. El primer jefe fue José Pravega.

      En 1905 la línea telegráfica fue extendida unos kilómetros más, hasta el límite con Chile, empalmándola en punta Dungeness con la procedente de Punta Arenas, dándose al servicio público la conexión el 5 de setiembre, y al mismo tiempo fue suspendido el intercambio de telegramas por la vía telefónica de Río Gallegos a Punta Arenas.          Aledaña a la oficina de Correos, el 12 de abril de 1910 la Marina puso en funcionamiento una estación radiotelegráfica con un alcance de radio entre 500 y 700 kms., cuya construcción estuvo a cargo  del inspector de radiotelegrafía de la Armada, teniente de navío Pedro L. Padilla.  El nuevo sistema amplió las comunicaciones  a lugares hasta entonces aislados, como Tierra del Fuego, isla de los Estados, e incluso a los barcos en navegación.  Además del servicio oficial, en junio comenzó a prestar servicio público al personal destacado allí, a los tripulantes de los buques de la Armada y viajeros ocasionales que descendieran a tierra y necesitaran utilizarlo, para lo cual debían abonar la tarifa telegráfica interna establecida por Correos y Telégrafos. Alrededor de 1930 la destruyó un incendio, y no fue reemplazada. Posiblemente  Ricardo Perera (h.)  fue el primer jefe.

       La inauguración del canal de Panamá en 1914, acortando distancias permitió el rápido y seguro paso entre los oceános Atlántico y Pacífico, finalizando los largos viajes por el extremo sur, disminuyendo considerablemente el movimiento marítimo interocéanico.

       Las difíciles condiciones de vida y sueldos pocos atractivos, no eran alicientes para quedarse mucho tiempo y eran frecuentes los pedidos y autorizaciones de traslados de los empleados, pero todos ellos tuvieron en común el anónimo y olvidado esfuerzo de servir al país en tan lejano lugar: los jefes atendiendo el telégrafo en jornadas interminables, mientras los guardahilos mantenían en buenas condiciones la línea telegráfica, incluso en los más crudos inviernos y sus grandes tormentas, cuando debían recorrer los campos cubiertos de nieve.

       Es interesante leer el testimonio de Antonio Balado,  jefe de la oficina entre 1935 y 1940,  quién posiblemente permaneció más tiempo con esas funciones:

       "Como era un lugar de tránsito, había poco contacto con el exterior. La oficina se hallaba aislada en medio del campo, por lo cual los días del año eran todos iguales, no existiendo para nosotros festejos patrios ni los tradicionales que nos marca el almanaque. La tranquilidad era solo turbada por la llegada de la mensajería que cada diez días en verano y quince en invierno nos traía o llevaba la correspondencia.

        "Si una persona observaba desde las cercanías, veía hacia el oeste, además del faro, una hilera interminable de (postes hechos de) palmas de la línea telegráfica que se perdía en el horizonte. Observando hacia el este, veía la superficie del mar, que interminable se perdía en el infinito, visión solo turbada por el paso de algún navío que entraba o salía del estrecho.

         "Por la noche, el paisaje cambiaba, pués su negrura sólo se veía cortada por los "pantallazos" de los faros de cabo Vírgenes y punta Dungeness que, siempre vigilantes, rasgaban las tinieblas, indicando a los marinos la buena senda. El silencio nocturno sólo era rasgado por el bramido de algún lobo marino que en la costa pescaba su sustento, o por el ruido de las olas golpeando en el pedregullo de la playa y que, en las noches de temporal, semejaba el sonido de cañonazos en una lejana batalla. El paso de algún navío con sus luces encendidas, rumbo a la entrada del estrecho, también contribuía a matizar el paisaje nocturno."

     Refiriéndose a las duras condiciones de vida imperantes, cita casos de empleados destinados en el correo y el faro, que sintieron los serios efectos del aislamiento humano sobre sus físicos y mentes, y agrega :

         "A mí no me ocurrió lo mismo, por estar acompañado de mi familia, y además dedicaba mi tiempo a criar nuestros hijos, leía mucho, daba vueltas por las cercanías, hacía alguna escapada hasta el faro, siempre que el tiempo y el trabajo lo permitiera."      Otros jefes que logramos salvar del olvido son : José Acevedo en 1903; Martín Pizzarro, 1903/4; Santiago Lucero Oro, 1910; Ernesto Luna, 1914; T. Stampanoni, 1916; José Tejadas, 1924; Isidro Ceballos, 1929; Bernardo Ramírez,1947 y Eduardo Sebas Tranutto, 1957.         Diversos medios utilizó el Correo para transportar la correspondencia postal de Cabo Vírgenes. Al principio se aprovecharon los transportes de la Marina que realizaban el cabotaje entre Buenos Aires y Tierra del Fuego. Quizás el mejor momento fue hacia 1950 cuando, con una subvención del Correo, la empresa aérea privada Pema-Enlo de Río Gallegos unía ambos puntos en pocos minutos.

        Pero fundamentalmente el transporte fue terrestre. Por contratos o convenios especiales, personas de Río Gallegos hacían tres viajes redondos mensuales en verano y dos en invierno, primero usando vehículos de tracción a sangre y luego automotores donde, además de la correspondencia, se cargaban los víveres destinados al personal. Uno de aquellos esforzados transportistas fue Nasif Miguel Neil, quién en la década de 1930 ejecutaba el servicio con un automóvil Chevrolet modelo 1925, que necesitaba dos días  en el viaje de ida y vuelta, para transitar la huella de casi 150 kilómetros de distancia que unía ambos puntos. Al principio con carácter ad honorem, y desde 1935 cobrando 120 pesos mensuales.

       La casilla donde funcionaba la oficina se fue deteriorando y la solicitud realizada por Balado hacia 1940 para trasladar el viejo edificio a un lugar más reparado de los vientos y cerca de los chorrillos de agua, encontró amplio eco, pues se proyectó y construyó uno más espacioso de mampostería, con planta baja para funcionamiento de la oficina, y vivienda de jefe en el piso superior, contando con todas las comodidades, incluso calefacción mediante la utilización de una caldera instalada en el subsuelo; además se levantaron vivienda para el guardahilos y un depósito. Aunque el trámite y construcción sufrieron demoras, en 1952 la flamante oficina estaba en funcionamiento en un sitio más apropiado y cercano al faro, con un costo total de 482.000 pesos de la época.

        El 23 de noviembre de 1957 la Prefectura Naval Argentina decidió rehabilitar su dependencia en el lugar, con la jerarquía de Destacamento, utilizando para instalarla una casilla de madera construída anteriormente por la Marina.

       Cabo Vírgenes tuvo durante décadas el privilegio de ser la oficina continental argentina más austral. La gran utilidad que prestó en sus comienzos en la desolada costa santacruceña, con el paso de los años, el empleo masivo de los medios radiales, mejores métodos de navegación, y la falta de la población que nunca se estableció, le hicieron perder importancia, y sólo continuó prestando servicios a los torreros y algún ocasional viajero, hasta ser clausurada el 31 de marzo de 1964. El edificio sirvió poco después para instalar una hostería, pero no prosperó por falta de clientes. Posteriormente fue transferido a la Prefectura Naval Argentina, donde aún funciona su destacamento local.

     PUNTA DUNGENESS

     Para dar seguridad de la navegación en la entrada en la boca del estrecho de Magallanes, desde 1888 Chile tenía proyectado levantar un faro en punta Dungeness, provincia de Magallanes, que comenzó a construir el 10 de junio 1897 e inauguró el 20 de febrero del año siguiente, en  latitud 52º 24´S.  y longitud 68º 26 O. Los trabajos fueron dirigidos por el ingeniero Alan Brebner y la obra consistió en una casa de concreto para el personal y en una torre de hierro fundido  para el faro de 25 metros de altura, cuya iluminación alcanzaba los 20 kms. Posteriormente fue modernizado, aumentando la calidad y potencia de la luz.

     Siendo necesaria la comunicación del faro con Punta Arenas, en 1898 se inició la construcción de una línea telegráfica, tal como informó "La Nación" del 21 de enero del año siguiente  "Excusado decir que la línea chilena se construye activamente y probablemente llegará hasta el faro que esa república tiene a la derecha de la entrada al estrecho", mientras el 21 de marzo comunica "Chile continúa la línea telegráfica desde Punta Arenas a Punta Dungeness, esperando llegar pronto a este punto"

      Por su parte "La Prensa"  del 9 de noviembre de 1904 publica una noticia procedente de Santiago de Chile :

      "El Mercurio" observa la conveniencia que hay en procurarse en breve comunicación telegráfica con Magallanes, mientras tanto se estudia la implementación de la telegrafía sin hilos.

      "Insinúa dicho diario que debe hacerse la reparación de la línea de Punta Arenas a Punta Dungeness para empalmarla con la línea económica de los telégrafos argentinos."          No obstante nuestros esfuerzos, no logramos conocer los nombres del constructor de la línea telegráfica y de los primeros empleados de la oficina telegráfica, pués los archivos e historiadores de Punta Arenas no poseen registros precisos sobre esta obra, que habría sido terminada hacia 1900, pero problemas técnicos posteriores impidieron su normal funcionamiento, siendo reemplazado con palomas mensajeras adquiridas y adiestradas en Inglaterra para las comunicaciones entre Dungeness y  Punta Arenas.

      En la escasa información histórica que tiene Correos de Chile, no se menciona que la oficina Punta Dungeness perteneciente al Telégrafo del Estado, también haya realizado el servicio postal.  Además consultamos distinguidos filatelistas chilenos, quienes no conocen la existencia de matasellos con ese nombre.

      Sin embargo, en dos fotografías obtenidas por Balado se aprecian dos situaciones diferentes: la primera sin fechar muestra la casilla de chapa de zinc acanalada y madera, distinguiéndose en el frente dos letreros con las leyendas TELEGRAFO DEL ESTADO y CORREOS, respectivamente. La foto restante fechada en 1938, solo tiene el letrero TELÉGRAFO DEL ESTADO, dejándonos la duda si el servicio postal funcionó antes o después de 1938. El hallazgo de documentación postal y/o de sobres con matasellos "Punta Dungeness" permitirá aclarar la situación.

      Sobre esta oficina que distaba 500 metros del faro homónimo, Balado nos brindó el siguiente testimonio :

      "Punta Dungeness, era una oficina telegráfica solamente, que tenía por única misión el cuidado de la línea con Punta Arenas. Poseía un jefe, don Cárdenas y un guardahilos, don Belisario Vargas (el guatón Vargas o don "Beli" como le decían).

       "El poste final de la sección estaba sobre el límite internacional a 150 o 200 metros de la oficina de Dungeness. Había dos postes, el del lado argentino y el chileno, y entre ambos, los hilos que unían las dos líneas telegráficas.

        "La tranquera que existía en el límite, en aquella época permanecía abierta, y solo la cerraban en muy pocas circunstancias.

        "La relación con los chilenos, tanto de la oficina como del faro era buena y cordial. Nos veíamos muy poco, dados los escasos medios de comunicación, principalmente de parte de ellos, y cuando nos visitábamos, lo hacíamos generalmente con algún ocasional vehículo que llegaba a la oficina.

       "No poseían comunicación terrestre con el resto de su territorio, y cuando tenían que viajar debían hacerlo por la Argentina, saliendo por Cabo Vírgenes, hasta empalmar con nuestras rutas que las llevaban a enlazar con las de su país. ........La única salida que tenían por aquella época era la marítima."

      La oficina telegráfica corrió un destino similar a su vecina argentina, en fecha que no logramos precisar pero suponemos coincidente, pués la implantación del servicio de radiocomunicaciones, con sus indudables ventajas, hizo obsoleta e innecesaria su presencia y utilidad.

    COLOFÓN

       En años recientes la zona se ha convertido en una atracción turística con visitantes de todo el mundo, entre ellos radioaficionados que llegan para establecer contactos con quienes se interesan en obtener registros de comunicaciones con lugares tan alejados como éste.

       Sin embargo prevalecen en el lugar el viento y la soledad de siempre; a los cuales debemos agregarles las sombras y recuerdos de aquellos hombres de Correos y Telégrafos de ambos países quienes alejados de todo, con su valor y sacrificio cotidiano, posibilitaron que esas regiones australes estuvieran vinculados al resto del mundo.

       Aún está pendiente para ellos el público reconocimiento que merecen recibir, mediante un testimonio perdurable.

      LOS SELLOS POSTALES   1984 - 31 de julio - Por iniciativa del historiador y filatelista chileno Sergio López Rubio, Correos de Chile emitió un sello postal en homenaje a Pedro Sarmiento de Gamboa y las fundaciones hispánicas en el estrecho de Magallanes en el siglo XVI, con valor de 100 pesos e impreso por Casa de Moneda de Chile.   1986 - 26 de enero - Correos de Chile puso en circulación dos sellos se-tenant ilustrados con faros chilenos en el estrecho de Magallanes, uno de ellos Punta Dungeness, impresos en Casa de Moneda de Chile, y valor 45 pesos cada uno.    1997 - 31 de mayo - Correo Argentino  colocó a la venta una serie de cuatro estampillas ilustradas con faros argentinos, entre los cuales incluyó a Cabo Vírgenes, con valor de 75 centavos. Diseñados por Néstor Martín fueron impresos por la Sociedad del Estado Casa de Moneda de Buenos Aires, por el procedimiento offset, sobre papel sin filigrana y en cuatro colores, citocromía, en la cantidad de 54.000 de cada una.

    MATASELLOS POSTALES:

    Se conocen tres en Cabo Vírgenes: el primero (CV1) desde 1903 hasta ser reemplazado por el segundo (CV2), que estuvo en uso en el período aproximado de 1910 a 1936, siendo luego sustituído por otro con círculo simple (CV3), hasta 1964.

    MARCA POSTAL :

     Según Balado, para numerar las cartas certificadas coexistieron un sello de bronce con la leyenda "Cabo de las Vírgenes / R. Nº...................." grabada dentro de un rectángulo, y marbetes con el nombre de la oficina impreso, que provistos en cantidad a principios del siglo XX, estuvieron en uso muchos años, por el escaso número de certificadas despachadas.      _______________________________________________________________________________   Bibliografía

ARCHIVO DE CORREOS DE CHILE. Santiago
ARCHIVO DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS NAVALES. Buenos Aires.
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN. Buenos Aires.

ARCHIVO HISTÓRICO DE CORREO ARGENTINO. Buenos Aires.
 ARCHIVO HISTÓRICO DE PREFECTURA NAVAL ARGENTINA. Buenos Aires.
BALADO, Antonio. Rio Gallegos. Cartas años 1989/90 con testimonios personales, en nuestro poder.
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El camino del telégrafo. Recopilación de Argentina Austral, tomo II. Buenos
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Las ciudades perdidas del estrecho de Magallanes. La leyenda negra del
estrecho. en  Revista de Marina Nº 4/1977. Valparaíso, 1977
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Cabo Vírgenes y su correo. en Revista Patagónica Nº 46. Buenos Aires, julio- setiembre 1990.
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Diario LA PRENSA. Buenos Aires. Colección. HEVIA JÜRGENSEN, Carmen, y VARGAS MARÍN, Ivan. Faros Históricos Chilenos.  en       www.revistamarina.cl/revistas/1998/5/reportaj.pdf
HISTORIA GENERAL DE LAS RELACIONES EXTERIORES DE LA REPÚBLICA ARGENTINA. Capítulos publicados en www.argentina-rree.com/4/4-013htm  y  /6/6-088.htm
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MARDONES SANTANDER, José Luis. Gerente General de Correos de Chile. Agradecemos su preocupación personal por tratar de conseguirnos información sobre la existencia de una oficina postal en punta Dungeness.
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MARTINIC BEROS, Mateo. Nombre de Jesús, una población incierta. en  Anales del        Instituto de la Patagonia. Volúmen 9. Punta Arenas, 1978.
PEZZIMENTI, Héctor Luis. Buenos Aires. Agradecemos su generosa disponibilidad para consultar el archivo de José Olivera, en su poder.

REGISTRO NACIONAL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA AÑO 1886. Buenos Aires.
SÁENZ QUESADA, María.
Pedro Sarmiento de Gamboa, el navegante infortunado . publicado en Todo es Historia Nº 166. Buenos Aires, marzo 1981.

 

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