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El Correo en Río Gallegos - Breve Historia

por Humberto Brumatti 

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    Lejano, desolado y desconocido, sólo para exploradores, aventureros o visionarios. Así era el extremo continental argentino donde comenzó a levantarse el 19 de diciembre de 1885, en unas pocas casillas, la Subprefectura Marítima de Río Gallegos, puesta al mando del subprefecto Alejandro A. Bonani. Con posterioridad, dicha fecha se tomó como la fundacional de la ciudad.
 
     Además del rancho de adobe de Manuel Coronel, no había nada en sus cercanías; pero el 27 de febrero de 1886,  la Dirección General de Correos y Telégrafos propone al Ministerio del Interior, que se le confiera título y funciones de administrador de Correos ad honorem en Río Gallegos al subprefecto marítimo, lo cual es autorizado por Decreto del 4 de marzo siguiente, firmado por el presidente Julio A. Roca.
 
    Como en otros casos de aquel tiempo, cuando en el lugar donde se instalaba una nueva estafeta, había  una Subprefectura, se designaba como encargado o administrador de Correos ad honorem al subprefecto local, pués casi nunca había partida para abonar otro sueldo y  entonces se aprovechaba la presencia del citado funcionario que ya pertenecía al gobierno nacional. Además, ambas reparticiones públicas dependían del Ministerio del Interior, lo cual facilitaba el cumplimiento de estas disposiciones.
 
    No logramos determinar la fecha que Bonani se hizo cargo de sus funciones postales, solo conocemos que permaneció al frente de la Subprefectura hasta 1889, cuando lo trasladaron a Puerto Deseado, y es reemplazado por Demetrio Seguí.
 
    Mientras tanto, el gobernador Ramón Lista trasladó la capital del Territorio Nacional de Santa Cruz, desde Puerto Santa Cruz a Río Gallegos, tarea que culminó a principios de 1888.
 
    A principios de 1886 se resolvió incorporar a Río Gallegos como escala del servicio que realizaba por las costas patagónicas el transporte naval "Villarino" el cuál, como vapor correo, atendía el traslado e intercambio de correspondencia en los lugares donde hacía escala.
 
    Tres años después se llamó a licitación para  conducir la correspondencia por vía terrestre a Punta Arenas, aceptándose la propuesta presentada por Rufino Echevarría, para hacerlo mediante la subvención de 300 pesos mensuales, pero dejando aclarado que se la consideraba excesiva y no había persona alguna que quisiera hacerlo por una cantidad menor. Este vínculo era importante, porque entonces las comunicaciones entre los puertos situados sobre los océanos Atlántico y el Pacífico, pasaban por el estrecho de Magallanes o el cabo de Hornos, teniendo a Punta Arenas como escala obligada del intenso movimiento marítimo, que incluía barcos correos, los cuales se detenían en Montevideo que servía de enlace con Buenos Aires.
 
     El inspector escolar  Raúl B. Díaz informa en 1891 "Los medios de transporte para la salida de los productos y provisión de lo más necesario a la subsistencia, son tan escasos en Santa Cruz que puede decirse permanecen esas regiones aisladas. Los buques del Gobierno Nacional son los únicos que de tarde en tarde hacen la navegación a las costas del Sud", además "el correo es tardío, inseguro, irregular".
 
     El Presupuesto Nacional para 1890, incluye el puesto de encargado de estafeta, con el sueldo de 30 pesos mensuales, mientras en los de 1895 y 1897, el mismo es de 33 pesos.
 
    Mediante resolución administrativa del 29 de agosto de 1891 se crea una estafeta ad honorem. Nos llama la atención, porque ya estaba funcionando una rentada, suponemos que solo se trató de un cambio de categoría.
 
    Lista comunica en diciembre que Río Gallegos tiene 70 habitantes.
 
    Referiéndose al servicio postal, el gobernador Edelmiro Mayer menciona en 1894 la existencia de la estafeta, pero no continúa atendida por el subprefecto como ocurre con Puerto Santa Cruz y Puerto Deseado, por lo cual, estimamos que la atención pasó a otras manos, en fecha que no logramos determinar.
 
     Ese  mismo año, llega el ingeniero Carlos Siewert para realizar mensuras y reconocer tierras, oportunidad que describe la vida apasible del lugar: "hay una estancia cercana, veinte o veinticinco casas y galpones, la mayor parte pertenecientes al gobierno, un muelle que no se usa, mansos animales, guanacos y avestruces, cría de ovejas con excelentes resultados". Luego, la soledad patagónica.
 
    El censo nacional realizado en  mayo del año siguiente, precisa que residen 150 vecinos en la zona urbana, están constituídas 23 familias y existen unas 30 viviendas. Además, otras 295 personas viven en la amplia  zona rural que la rodea.
 
     Pocos datos encontramos sobre los encargados de la estafeta. En el censo nacional de 1895 no se menciona ninguno, mientras el Registro Oficial  publica el reemplazo en julio de 1898 de Carlos Bolanes por Fernando Rainieri, y a su vez, éste por Leopoldo Lanús en mayo del año siguiente.
 
    Al comenzar el siglo, el núcleo urbano reúne unos escasos mil habitantes. El 28 de agosto de 1900 se crea una oficina postal, nombrándose jefe de la misma al entonces encargado de la estafeta Leopoldo V. Lances (pensamos que éste y Leopoldo Lanús son la misma persona, no logrando averiguar el apellido correcto), y como auxiliar a Nicolás González.
 
    El conflicto de límites latente con Chile y la visita del presidente Roca en 1899, quién supo captar los problemas australes tratando de brindarles rápidas y adecuadas soluciones, fueron decisivos para concretar el ya viejo proyecto de prolongar la línea telegráfica hasta cabo Vírgenes, en la entrada oriental del estrecho de Magallanes.
 
    Con la compra realizada en Inglaterra de los materiales necesarios, los  trabajos se inician desde Conesa (Río Negro), y durante los años 1901 y 1902 en acelerada sucesión se van habilitando al servicio público las oficinas creadas a medida que avanza el tendido de  la línea telegráfica sobre la costa atlántica.
 
     Mientras, se construye el edificio para albergar a la nueva oficina postal y telegráfica que llevará el nombre de "Puerto Río Gallegos".
 
    El mismo será una casilla de madera  de 14 metros de largo por 6,50 de ancho,  forrada en su exterior de cinc de canaleta   pintada de color salmón y en el interior con dos manos de aceite y una de barniz, contando, entre otras comodidades, con un salón para la atención del público.
 
     Se  construyen además cocina y WC, ambos de cinc de canaleta, un cerco de alambre tejido y un pozo de agua potable de 6 metros de profundidad, calzado con 16 chapas de cinc de canaleta.
 
     Nombróse jefe de la flamante oficina de Correos y Telégrafos a Juan A. Mendoza, y empleados a José V. Acevedo, Arturo B. Guerra, Juan Fary y Manuel B. Reguera.
 
    La inauguración se realizó el 22 de diciembre de 1902, quedando Río Gallegos ligada definitivamente al resto del pais, con el más moderno sistema de comunicaciones de la época. También se inició por teléfono, el intercambio de telegramas con Punta Arenas, ciudad portuaria de gran importancia entonces, en el movimiento marítimo entre los océanos Atlántico y Pacífico. La utilidad del servicio telegráfico se puso de manifiesto unos días antes, cuando se produjo la sublevación y fuga de penados del presidio militar existente entonces en la isla de los Estados. El transporte "Ushuaia" trae la noticia a Río Gallegos  y su comandante Enrique Fliess dirige al Ministro de Marina en Buenos Aires un extenso telegrama comunicando lo acontecido, lo cual permite el rápido envío de tropas y medios necesarios para capturar a los fugitivos.
 
    Con el incremento de las oficinas habilitadas en el territorio santacruceño durante 1901 y 1902,  que hasta entonces dependían administrativamente del Distrito 23º de Correos y Telégrafos con sede en Rawson (Chubut), se hace necesario adoptar medidas que permitan facilitar el control y buen funcionamiento de los servicios en esa región. El 15 de setiembre de 1903 se creó el Distrito 24º que abarcó todo el territorio de Santa Cruz, ubicando la oficina cabecera en Río Gallegos. El  31 de mayo siguiente es nombrado Luis B. Pietrapiana como primer  jefe de distrito, quién permanecerá hasta 1906.
 
     A fines del siglo XIX y principios del siguiente, la Marina tenía los transportes "Santa Cruz", "Primero de Mayo" y "Guardia Nacional",  sirviendo en la denominada Costa Sur. En 1919 dispuso que todo barco que partiera al Sur, llevara las valijas de correspondencia confiadas por el Correo, para las oficinas situadas en los puertos donde hacían escala.
 
      Entonces tambien eran correos los vapores "Camarones", "Chubut", "Mendoza", "Mitre", "Quintana" y "Comodoro Rivadavia" de la Companía "Hamburgo Sud Americana" representada en Argentina por Antonio Méndez Delfino y Cía., mientras "Sarmiento"  y "Patagonia" pertenecían a Nicolás Mihanovich. Desde 1913 se sumó la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia, que fue incorporando a los buques "Asturiano", "Argentino", y "José Menéndez" , quienes mantuvieron las comunicaciones por décadas.
 
    Todos los nombrados, y otros agregados más adelante, fueron muy populares y ansiosamente esperada la correspondencia, diarios,  revistas y encomiendas incluídas en las sacas y canastos de correos que conducían.
 
    Menos conocidos son los barcos procedentes de Punta Arenas, que solo atendían puertos fueguinos y santacruceños, algunos de los cuales también transportaban correspondencia mediante contratos, y gratuitamente en otros casos. También los pertenecientes a la Gobernación de Tierra del Fuego, navegaban desde la isla, aprovechándolos para el intercambio postal.
 
    En el transcurrir de los años, la ciudad y su comercio aumentan, como tambien crece la población. Todo genera nuevas necesidades. La primitiva casilla resultó insuficiente y el correo fue trasladado en febrero de 1908 al edificio que ocupara la Casa de Gobierno, desde cuyo balcón, la tradición afirma, dirigió la palabra al pueblo el presidente Roca, prometiendo obras en beneficio de tan alejada región.
 
    Por las condiciones marítimas, con pronunciadas altas y bajas pleamares, los barcos debían anclar a distancia de la costa, haciendo los trasbordos en embarcaciones más pequeñas. Esta operación no estaba libre de dificultades, más cuando había mal tiempo, los envíos postales sufrían los efectos del agua.
 
     Los pobladores  que se van estableciendo en el interior del territorio, tienen serios problemas con las cartas, pués debían recorrer grandes distancias para enviarlas o recibirlas. Para brindar solución, el Correo establece en 1913 las primeras mensajerías a caballo, que van en dirección a la cordillera de los Andes. Después serán reemplazadas por automóviles.
 
    El 31 de marzo de 1930 arribó a Río Gallegos, procedente del aeródromo de General Pacheco (Buenos Aires) un avión Laté 28 de Aeroposta Argentina conducido por el legendario piloto francés Antoine de Saint-Exupéry, inaugurando los servicios aéreos comerciales a esa zona. Retornó dos días después, con pasaje completo y también correspondencia. El vuelo tuvo carácter experimental, y los regulares comenzaron el 4 de abril, con una frecuencia semanal que unía Bahía Blanca (vinculada por ferrocarril con Buenos Aires) con la capital santacruceña.
 
     La nueva era de la navegación aérea en la Patagonia, despertó gran entusiasmo entre los pobladores sureños, por la celeridad para viajar, como así también la correspondencia que solo demoraba horas.
 
    Por la importancia sobre todo comercial, se mantuvo siempre la conexión terrestre con Punta Arenas para los envíos postales : primero con vehículos tirados por caballos y más tarde con automotores. Además, durante muchas décadas, existieron mensajerías privadas para realizar el mismo trayecto, en competencia con el Correo para abreviar demoras, por ejemplo en los alcances desde la ciudad chilena a los aviones de Aeroposta. Prestaban este servicio en 1935 : José Bettorazi, Francisco Birriel, Enrique Alvarado y Alfonso Díaz, con subvención particular, mientras por su cuenta lo hacían Welco Perovic y Alfredo Santucchi.
 
     En los diarios de la época son reiterados los reclamos por el insuficiente personal de la oficina, que ocasionaba demoras en la distribución de telegramas y cartas. El personal estaba compuesto en 1930 por: 1 jefe de distrito, 1 contador, 1 tesorero, 1 jefe de turno, 31 telegrafistas, 9 auxiliares, 7 carteros y 5 mensajeros.  El número de telegrafistas se justificaba por la cantidad de telegramas que debían atender en las comunicaciones con Buenos Aires y Punta Arenas.
 
    El trabajo se realizaba en medio de escasas comodidades. Antonio Balado trabajó en el viejo edificio entre 1930 y 1935, y nos dejó esta reseña :
        
         "En la época que me tocó actuar, el edificio era una vieja ratonera, ya un poco destartalada por el uso y el paso de los años. Poseía amplias dependencias, aunque para ese entonces, y el destino que se les daba ya se habían vuelto reducidas. Era una construcción de madera y chapas de zinc, y las paredes interiores estaban recubiertas con arpillera y papel de empapelar, tal como se estilaba en la época  que fue construído el edificio, el cual, por otra parte demostraba las bondades de su estructura, ya que se conservaba en pié pese al tiempo transcurrido desde que había sido levantado, y la permanente falta de mantenimiento."
 
    En la planta baja funcionaban la jefatura de distrito, secretaría, despacho público, depósito de encomiendas, expedición y clasificación postal; mientras en el primer piso estaban las oficinas de transmisión y distribución telegráfica, contaduría, tesorería, archivo y depósito de útiles. En invierno cada ambiente estaba calefaccionado con una estufa alimentada con carbón inglés.
 
    Además de los matasellos comunes, contaba con una máquina obliteradora manual a manija, pués entonces la usina suministraba electricidad solo de noche. Con la misma se resellaba la correspondencia recibida, y ocasionalmente, cuando había gran cantidad, también matasellaban las cartas simples a expedir.
 
   Cabe destacar al gran y progresista gobernador Juan Gregores, quién asumió en 1932, y de inmediato trabajó actividamente en el mejoramiento de las comunicaciones a los apartados lugares poblados, mediante la utilización de automóviles oficiales o subvencionados, que incluían la atención del servicio postal en su recorrido.
 
    Con el mismo fin, creó en 1934 el llamado "chasqui aéreo", primero realizado con un viejo avión del explorador antártico Huber Wilkins, que piloteaba Gustavo Numan Costabel, y luego de su destrucción en un accidente al año siguiente, fue reemplazado por un avión Laté 25 que Aeroposta Argentina había dejado en desuso, y que reacondicionado, fue conducido por Norberto Fernández, quién efectuaba un servicio quincenal de 2.000 Kms. de recorrido por el centro del territorio y la precordillera.
 
     Resulta interesante conocer algunos datos estadísticos del movimiento de cartas y telegramas en Río Gallegos :
 
-1933 (con 3.400 habitantes): 120.000 piezas de correspondencia, de las cuales 35.000 utilizaron la 
            vía aérea, 40.500 telegramas nacionales e internacionales.
 
-1938 : 440.000 piezas de correspondencia, incluídas 65.000 por vía aérea; 97.000 telegramas nacionales e
             internacionales.
 
-1942 (con 4.400 habitantes urbanos y rurales) : 490.000 piezas de correspondencia, incluyendo 180.000 vía
              aérea, y 88.000 telegramas.
 
     El presidente Agustín P. Justo dispuso en 1935, reservar un terreno para construir un amplio y moderno edificio.
 
     Las obras comenzaron en 1936 y se prolongaron durante 6 años, siendo inaugurado el 11 de marzo de 1943 el magnífico palacio proyectado y ejecutado por la Dirección General de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, con un costo total de 584.396, 72 pesos. Ese mismo día  habilitó el servicio público la estación Radioeléctrica Río Gallegos que permitió mantener radioconversaciones con los más distantes lugares.
 
     La empresa aérea local PEMA-ENLÓ, perteneciente a Pedro y Enrique Martínez, y Gerardo Lorenzo, con dos aviones Avro Anson y un Cessna, todos bimotores, inició vuelos a Río Grande, Ushuaia y Río Turbio en 1948, y a Cabo Vírgenes en 1950, transportando además correspondencia aérea. El servicio concluyó en 1952.
 
    En la segunda mitad del siglo XX, pocas novedades fueron agregadas. Una fue implementar en 1966 el transporte masivo aéreo de todos los envíos postales en Argentina, que benefició especialmente a la región patagónica, pués hasta entonces, quienes deseaban que sus cartas o encomiendas fueran encaminadas por avión, debían abonar una sobretasa.
 
     Para ello sirvió la red aérea atendida por Aerolíneas Argentinas, Austral, y la ahora desaparecida Líneas Aéreas del Estado.
        
     La expansión acelerada de la ciudad con nuevos barrios, hicieron necesaria la creación de otras dependencias postales menores, especialmente en la década de 1990, todas dependientes de la oficina central.
 
    Atrás quedó una época llena de viejos recuerdos, relacionados con habitantes aguardando ansiosamente el arribo de los barcos, que les traían correspondencia familiar o comercial.
 
    En los últimos años viene sufriendo la competencia de los correos privados, la proliferación del servicio telefónico y el novedoso internet
 
     Sin embargo, el correo tradicional, mantiene el servicio postal y telegráfico, con ánimo renovado, y adaptándose a los difíciles tiempos y cambios que nos tocan vivir.
 
         
 
 REFERENCIAS
 
Archivo General de la Nación. Buenos Aires.
Archivo Histórico de Correo Argentino. Buenos Aires.
BAILLENOU, Juan Bautista. Centenario de Río Gallegos. Río Gallegos, 1985.
BALADO, Antonio. Río Gallegos. Carta del 15.10.1989, en nuestro poder.
BRUMATTI, Humberto. Apuntes para la historia del Correo en Río Gallegos, publicado en Revista
       Patagónica  Nº 44. Buenos Aires, enero-marzo 1990.
Diario La Nación. Buenos Aires. Colección.
Diario La Prensa. Buenos Aires. Colección.
DIAZ, Raúl B. Apuntes sobre la geografía de las Gobernaciones Nacionales e Islas Malvinas. Buenos Aires,
      1891.
DIAZ, Raúl B. La educación en los territorios y colonias federales. Buenos Aires, 1891.
LENZI, Juan Hilarión. Historia de Santa Cruz. Río Gallegos, 1980.
REGISTRO NACIONAL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA. Varios años.
SCHLICHTER, Andrés J. Mensajerías en Automóvil entre Punta Arenas (Chile) y Río Gallegos. Dos interesantes piezas postales. Publicado en Fundación Bose  Nº 5. Buenos Aires, 2001.

 

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